CHINA 2022: LA PRIMERA DICTADURA DIGITAL. Un estado totalitario de vigilancia extrema

Con más de 500 millones de cámaras, la población china se convirtió en la más vigilada de todo el mundo. Con el aval del gobierno, millones de dispositivos siguen y registran los movimientos de los ciudadanos en cada rincón del país. 

    El Gobierno Chino se ha convertido  en una potencia mundial de la Inteligencia Artificial. Además de contar con un grupo de compañías punteras en el desarrollo de algoritmos, tenía dos grandes ventajas competitivas con respecto a Occidente: un Gobierno totalitario y una cuarta parte de la población mundial. Una de las ventajas de tener un Gobierno totalitario es que no tienes que preocuparte por los derechos civiles de nadie. Los ciudadanos chinos llevan años entrenando las mismas tecnologías que ahora les vigilan, y ahora esas tecnologías los entrenan a ellos con un sistema de castigos y recompensas que parece un videojuego. El partido asegura que, al menos, sus ciudadanos entienden el sistema. Que en el resto del mundo también hay un sistema de crédito pero nadie sabe cuáles son las reglas, cómo afecta a los ciudadanos y qué se puede hacer para mejorarlo
















Por Marta Peirano (*)

En Beijing, un ciudadano que cruza en rojo puede ser multado instantáneamente en su cuenta bancaria. También puede verse inmortalizado en un loop de vídeo cruzando indebidamente en las marquesinas de las paradas de autobús, para escarnio propio y de su familia. Si comete más infracciones, como aparcar mal, criticar al Gobierno en una conversación privada con su madre o comprar más alcohol que pañales, podría perder el empleo, el seguro médico y encontrarse con que ya no puede conseguir otro trabajo ni coger un avión. Así es como funcionará el nuevo sistema de crédito social chino, programado para entrar completamente en vigor en 2020. Su lema es: «Los buenos ciudadanos caminarán libres bajo el sol y los malos no podrán dar un paso».


En el sistema de crédito social, también conocido como Sesame Credit, todos los ciudadanos empiezan con la misma puntuación, pero después va subiendo o bajando en función de cómo se portan. Entre las muchas cosas que bajan puntuación están robar, comer en el metro, empezar una pelea, orinar en la calle y dejar de pagar las facturas. También hablar mal del Gobierno en un chat privado con un amigo, reunirse con intenciones sindicales, participar en manifestaciones políticas, entrar en una mezquita (aunque sea en otro país) o leer libros inapropiados. Hacer trampas en los videojuegos (usando bots) quita muchos puntos. También relacionarse con personas con puntuación muy baja, aunque sean miembros de la familia más cercana. A medida que va perdiendo crédito, el mal ciudadano pierde acceso a servicios, trabajos, casas, promociones, hipotecas, el derecho a coger el tren o acudir a un concierto. En junio de 2018, un total de 169 personas fueron expulsadas del sistema ferroviario y también perdieron permiso para volar. Sus delitos, que fueron publicados por el Gobierno junto con sus nombres y sus caras, incluyeron deudas, provocaciones y, al menos en un caso, tratar de cruzar el arco de control del aeropuerto con un mechero encima. También hay cosas que suben puntos: sacar buenas notas, donar sangre, trabajar como voluntario o participar en las actividades que organiza el Gobierno local y hacer horas extras en el trabajo. Los ciudadanos con muchos puntos pueden saltarse las colas del hospital, reciben descuentos especiales, promociones laborales y hasta acceso a páginas de contactos para conseguir citas con chicas «muy bien». Reciben créditos para comprar casas en los mejores barrios y matrículas para sus hijos en los mejores colegios. Zhenai.com, el Tinder chino, ofrece visibilidad a los hombres con puntuación más alta. Todo el mundo conoce el crédito actualizado de todos los demás. Uno tiene que saber con quién se relaciona.



El sistema de crédito chino depende de más de cuatrocientos millones de cámaras que vigilan permanentemente a la población, todas conectadas a servidores con sistemas de reconocimiento facial en tiempo real. Forma parte de un programa llamado Sharp Eye, pero en realidad cualquier cámara, micrófono o sensor de cualquier dispositivo chino en cualquier lugar es parte del sistema de vigilancia del Gobierno, incluidos los teléfonos móviles. La nueva Ley de Cyberseguridad, aprobada en 2017, reclama soberanía nacional sobre el ciberespacio y obliga a las tecnológicas a vigilar a los usuarios, compartir con las autoridades los códigos fuente de todos sus programas y abrir sus servidores para revisiones de seguridad. Además de sacar dinero presentando el rostro en lugar de la tarjeta, la mayor parte de la población cobra, presta y gasta a través de aplicaciones móviles como WeChat Pay y Alipay. La digitalización total de las transacciones es fundamental para el registro y control del Gobierno. Como dice la protagonista en El cuento de la criada, el salto de la democracia a la dictadura es fácil cuando todo el dinero es digital. Todo el proyecto se sostiene gracias a un ecosistema de empresas tecnológicas dominado por tres gigantes: Baidu, Tencent y Alibaba. Hubo un tiempo en que no eran más que copias sin personalidad de las páginas populares estadounidenses. Todo eso acabó el día que el presidente de la República Popular China Xi Jinping vio cómo una inteligencia artificial extranjera les ganaba al Go.



*  Texto tomado del libro "EL ENEMIGO CONOCE EL SISTEMA"
Especializada en tecnología y poder. Marta Peirano investiga el uso de infraestructuras, lenguajes, protocolos y artefactos diseñados para el control y vigilancia de personas de forma centralizada y escala planetaria.. Marta Peirano fundó las seccio­nes de Cultura de ADN y eldiario.es, donde ha sido jefa de Cultura y Tecnología y adjunta al director. Ha sido codirectora de Copyfight y cofundadora de Hack Hackers Berlin y de Cryptoparty Berlin. Ha publicado libros sobre autómatas, sistemas de notación y futurismo tecnológico. El más conocido es una introducción a la criptografía para periodistas, fuentes y medios de comunicación llamada El Pequeño Libro Rojo del activista en Red, el primer libro del mundo prologado por Edward Snowden. Su obra más conocida es El enemigo conoce el sistema. Escribe sobre tecnología, arte digital y vigilancia es numerosos medios. Su TEDx sobre privacidad ha superado el millón de visitas. Su charla TED, «Por qué me vigilan si no soy nadie», supera ya los dos millones de visitas. Es colaboradora habitual en distintos medios de comunicación.


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