MANIFIESTO POR UNA INTELIGENCIA ARTIFICIAL AL SERVICIO DE LA HUMANIDAD

 





De la revolución industrial a la revolución algorítmica


En 1886, los trabajadores de Chicago dieron la vida por un derecho tan básico como justo: la jornada laboral de ocho horas. Su lema era claro: ocho horas para trabajar, ocho para descansar, ocho para vivir. Por defender esa dignidad, fueron perseguidos, encarcelados y ejecutados por un sistema que temía la justicia del pueblo trabajador. Pero su clamor cruzó fronteras y tiempos:

“Nadie nace para ser esclavo del capital ni de la máquina.”

Uno de ellos, August Spies, declaró antes de ser ejecutado:

“Si creéis que matándonos podéis acabar con el movimiento obrero —el movimiento del que brotan millones de corazones— entonces colgadnos. Pero aquí pisoteáis una chispa, y allá, y allá, y allá... las llamas estallarán. ¡Es un fuego que no podréis apagar!”

Los mártires de Chicago exigieron dignidad frente al capitalismo salvaje y dieron origen al Primero de Mayo. Ese fuego sigue ardiendo.

Ayer, en las fábricas textiles del siglo XIX, niños de 8 o 9 años trabajaban más de 12 horas diarias por una miseria, respirando polvo y químicos, sin escuela ni juegos, sin niñez. Hoy, en plantaciones de cacao en Costa de Marfil o en talleres clandestinos de grandes ciudades, en las minas de cobalto del Congo... millones de niños siguen siendo esclavos para sostener un sistema que alimenta el lujo de unos pocos y para hacer posible los nuevos dispositivos tecnológicos que llamamos “inteligentes”.

Y ahora, a esa esclavitud visible se suma una nueva forma de dominación invisible: la dictadura algorítmica.

El mismo espíritu de resistencia que animó a aquellos trabajadores debe impulsarnos hoy. Porque no solo vivimos una crisis, vivimos un cambio de época. Nos enfrentamos a una nueva tiranía: la de los algoritmos que nos controlan. Una nueva forma de explotación. Ya no clasifican productos, nos clasifican a nosotros. La inteligencia artificial no solo automatiza tareas, automatiza decisiones que afectan nuestras vidas. Las plataformas digitales no solo conectan personas: capturan mentes, moldean deseos, anulan voluntades.


¡NO EN NUESTRO NOMBRE!


Hoy sus gritos resuenan en nuevas cadenas invisibles. La inteligencia artificial no es magia. Se alimenta del sudor, la angustia y el silencio de millones de trabajadores invisibles en el mundo.

Para que una IA converse como un humano, escriba poesía o recomiende series como si nos conociera, necesita el trabajo previo de un ejército de microtrabajadores: seres humanos que etiquetan y corrigen miles de millones de datos.

Estos nuevos esclavos de la IA hacen el trabajo sucio que las máquinas no entienden: etiquetar imágenes, corregir textos, ver contenido violento, una y otra vez… por céntimos. Porque trabajan sin derechos, sin horarios, sin rostro. Compiten por migajas, atrapados en plataformas que los exprimen y descartan.

Mientras unos juegan a ser dioses digitales, otros sobreviven frente a pantallas que les destruyen la mente y el alma. ¡Basta de esclavitud moderna al servicio del algoritmo!

Queremos una tecnología que libere, no que explote. ¡Queremos Justicia, dignidad y derechos para quienes hacen posible la inteligencia artificial!

Hoy, las nuevas cadenas no son de hierro, sino de código.


Cadenas que atan al joven explotado por aplicaciones que rastrean cada minuto de su vida.

Que agotan a la mujer subcontratada en talleres textiles globales, sin derechos ni reconocimiento.

Que mantienen al niño esclavo extrayendo coltán para alimentar nuestros dispositivos electrónicos.

Que programan a la juventud para la distracción constante, el consumo compulsivo de contenido, y el pensamiento acrítico.

Que descartan al trabajador mediante algoritmos opacos e inapelables.

Que vigilan masivamente mediante el reconocimiento facial y recolección de datos sin permiso.

Que manipulación las decisiones, deseos y opiniones políticas.

Son las cadenas que capturan los cerebros de millones bajo modelos predictivos. Que armaron a la inteligencia artificial para matar, con armas autónomas capaces de matar sin intervención humana.

AFIRMAMOS QUE:

1. La dignidad humana es inviolable. Ninguna tecnología puede reducir a las personas a meros datos, perfiles o métricas.
2. La autonomía mental es sagrada. El pensamiento y la atención son patrimonio de cada individuo.
3. La tecnología debe servir a la humanidad, no someterla. El desarrollo tecnológico sin control democrático es tiranía.
4. La infancia debe ser protegida. Los menores necesitan tiempo para desarrollar sus capacidades cognitivas sin interferencia digital manipuladora.
5. Que la recolección masiva de datos personales sin control democrático constituye una amenaza directa a la libertad.
6. Que nuestra mente no es una mina de datos. Exigimos el respeto absoluto de los neuroderechos.
7. Los derechos laborales son universales. Ninguna plataforma puede eludir las conquistas históricas del movimiento obrero.
8. Que ningún ser humano debe ser gobernado por máquinas incapaces de comprender la dignidad humana.
9. La transparencia algorítmica es un derecho. Los ciudadanos deben comprender y poder auditar los sistemas que los afectan directamente.
10. La responsabilidad ética es ineludible. Las innovaciones tecnológicas no son neutrales, sino que tienen una dimensión ética ligada a las decisiones de quien las proyecta. Es necesario instituir organismos encargados de examinar las cuestiones éticas emergentes y de tutelar los derechos.
11. La inteligencia artificial aplicada al armamento y las armas autónomas representan una amenaza existencial para la humanidad. Debe ser prohibida mundialmente. Ninguna máquina debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano.

LA AUTOMATIZACIÓN NO PUEDE DESTRUIR VIDAS

La inteligencia artificial permite automatizar millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Desde tareas manuales hasta decisiones administrativas, la revolución algorítmica está transformando el trabajo humano en datos procesables y prescindibles.

Pero el progreso no puede ser excusa para el descarte. No aceptamos una sociedad que sacrifica a sus trabajadores en el altar de la eficiencia.

No aceptamos que el beneficio de unos pocos implique el desempleo masivo, precariedad laboral y la angustia existencial para millones de personas.

La automatización es inevitable: forma parte del profundo cambio de época que estamos viviendo. Pero su promesa no debe ser la destrucción del trabajo, sino la liberación del tiempo humano para la creatividad, el cuidado y la realización personal. Esta transición debe ser organizada con justicia: garantizando empleo digno, reducción de la jornada laboral, una renta básica universal y una fiscalidad justa que reparta equitativamente los frutos del progreso tecnológico.

La historia nos enseña que las grandes transformaciones tecnológicas pueden ser fuerzas de liberación o de opresión, dependiendo de cómo las gestionemos como sociedad. La automatización no es un destino inevitable que debamos sufrir pasivamente, sino una herramienta que podemos dirigir hacia el bienestar colectivo.

El futuro que construyamos será el reflejo de nuestras decisiones presentes. Y esas decisiones deben estar guiadas por un principio fundamental: ninguna persona puede quedar atrás. Estamos todos en la misma barca y somos llamados a remar juntos. Porque el progreso tecnológico solo tiene sentido si nos hace más humanos, no menos.

LA IA Y LA SALUD MENTAL DE LOS JÓVENES y NIÑOS


Vivimos en una era en la que la inteligencia artificial no solo transforma el mundo del trabajo y la educación, sino también el modo en que los jóvenes se relacionan consigo mismos, con los demás y con la realidad. Esta transformación tiene efectos ambivalentes sobre su salud mental: ofrece algunas oportunidades, pero también plantea serios riesgos.

Riesgos para la salud mental

Comparación constante y baja autoestima: Los algoritmos de redes sociales —basados en IA— priorizan contenidos que generan más interacción, favoreciendo estereotipos de éxito, belleza o felicidad inalcanzables. Esto alimenta la comparación constante, la insatisfacción corporal y el sentimiento de inferioridad.

• Adicción al dispositivo y pérdida de atención: Las plataformas están diseñadas para maximizar el tiempo de uso, generando dependencia. La dopamina que se libera con cada “like” crea patrones de recompensa similares a una adicción.

Soledad digital: Aunque están hiperconectados, muchos jóvenes experimentan una profunda soledad. La IA no sustituye el contacto humano real, y puede reforzar el aislamiento si las relaciones se reducen a pantallas y filtros.

Desinformación y ansiedad: Los sistemas de recomendación pueden exponer a los jóvenes a bulos, discursos de odio o catastrofismo, generando angustia, desconfianza y ansiedad.

La IA no es neutral. Para proteger la salud mental de los jóvenes, necesitamos tecnologías al servicio de la humanidad, no al revés. La inteligencia artificial debe estar al servicio de la inteligencia emocional.

LA TECNOLOGÍA DEBE NACER DEL CORAZÓN

La inteligencia artificial no es solo un desafío técnico: es una cuestión ética, espiritual y civilizatoria.

No se trata solo de “usar bien” la tecnología, sino de vivir bien en tiempos de IA.

La IA moldea nuestras relaciones, nuestra percepción del mundo, nuestras decisiones y hasta nuestra fe.

¡Pero el ser humano no es un algoritmo!

Nuestra dignidad no está en la velocidad del cálculo, sino en nuestra capacidad de amar, de cuidar, de crear con sentido.

Nuestra inteligencia, la verdadera IH —Inteligencia Humana— no se limita a procesar datos: busca el sentido, la verdad, la belleza, el bien y la trascendencia.

Por eso afirmamos: ninguna máquina puede sustituir el alma humana, ni su vocación a la libertad, a la responsabilidad y al encuentro.

Llamamos a reconocer que el desarrollo tecnológico no es neutro. Está atravesado por ideologías, por intereses, por valores. Y por eso es urgente recuperar la ética, la espiritualidad, la sabiduría del corazón, como brújula para orientar esta nueva era.

Queremos una IA que contribuya al cuidado de la creación, al encuentro entre los pueblos, al bien común de todos y no solo al lucro de unos pocos.

La técnica sin humanidad lleva al colapso y a la ruina del alma.

La inteligencia sin compasión destruye.

Solo una inteligencia con alma puede servir a la vida.

DEFENDER LA PALABRA, SALVAR LA DEMOCRACIA

La inteligencia artificial no solo controla datos: controla el lenguaje. Y quien domina el lenguaje, domina la realidad.

Los algoritmos que analizan, traducen, sugieren y redactan también manipulan discursos, silencian voces y modelan el pensamiento colectivo. En lugar de fomentar la verdad, muchas veces consolidan la mentira. En lugar de facilitar el diálogo, lo reemplazan por ruido emocional, polarización y propaganda.

Vivimos una era donde se eclipsa la razón comunicativa y triunfa la estrategia algorítmica: se impone el mensaje más rentable, no el más verdadero. Se viraliza lo que genera clics, no lo que construye puentes. Las redes no nos conectan para deliberar, sino para repetir consignas prefabricadas.

Sin una palabra libre y veraz, no hay ciudadanía informada.

Sin comunicación auténtica, la democracia se vuelve una simulación.

Defender la democracia hoy es defender el lenguaje como espacio común de verdad, de justicia, de humanidad.

Porque lo contrario de la verdad es el error, pero lo contrario de la veracidad es la manipulación. Las máquinas —como advertía Kipling— no entienden la mentira… pero los humanos sí. Y por eso, precisamente, debemos resistir: porque solo una humanidad consciente puede defender la verdad frente a la manipulación.


DENUNCIAMOS

· El smartphone como máquina de extracción constante, diseñada para robar atención, datos, emociones y decisiones, convirtiendo la conectividad en dependencia.

· La destrucción sistemática de capacidades humanas esenciales: memoria, orientación espacial, conversación profunda y pensamiento crítico, sustituidas por prótesis digitales que nos infantilizan.

· La explotación silenciosa de millones de niños y mujeres que sostienen con su sufrimiento las cadenas de producción del llamado “progreso tecnológico”.

· El condicionamiento masivo de deseos, elecciones políticas y vínculos sociales por parte de plataformas que han secuestrado el espacio público digital.

· La imposición de un modelo de desarrollo tecnológico sin control democrático, sin límites éticos reales y sin consideración por la dignidad humana.


LLAMADO A LA ACCIÓN

El futuro de la humanidad está en juego. Podemos elegir entre:

· Una sociedad donde la tecnología amplifica nuestra humanidad o una donde la reduce a datos y métricas.

· Un mundo donde usamos los algoritmos o uno donde ellos nos usan a nosotros

· Una civilización que protege la infancia y su dignidad o una que la sacrifica por el beneficio económico.

· La tecnología no es neutral. Detrás de cada algoritmo hay decisiones humanas. Detrás de cada plataforma hay intereses económicos. Detrás de cada sistema de vigilancia hay un proyecto de poder. La tecnología es una "huella de nuestra ulterioridad" y una expresión de nuestra capacidad creativa. No se debe ceder a la tentación del egoísmo, del interés personal, del afán de lucro y de la sed de poder que amenaza la libertad y la convivencia pacífica.

· Es hora de que la humanidad recupere el control y reconozca el "sentido del límite" del ser humano frente al potencial tecnológico.

Llamamos a trabajadores, educadores, padres, estudiantes, científicos y ciudadanos de todo el mundo a despertar.

Las luchas del pasado nos enseñan que los derechos no se regalan: se conquistan.

EXIGIMOS CON URGENCIA

· Jornadas laborales humanas: Seis horas con salario digno, reconociendo que la productividad y capacidad tecnológica es patrimonio de todos y debe neficiar a todos.

· Derecho real a la desconexión: Sin miedo a represalias, sin chantaje económico, con protección legal efectiva.

· Exigir la transparencia algorítmica obligatoria en todos los sistemas que afecten a la vida, a decisiones críticas sobre personas (empleo, crédito, justicia, educación).

· Implementar una educación crítica digital accesible para todos los ciudadanos, para liberarnos de la manipulación.

· Transparencia algorítmica total: Control social democrático sobre todas las decisiones automatizadas que afectan vidas humanas.

· Cadenas de producción limpias y justas: Sin esclavitud infantil, sin explotación laboral, con responsabilidad ambiental real.

· Responsabilidad penal internacional de las corporaciones tecnológicas por el impacto social, laboral y ambiental de sus actividades.

· Prohibición mundial absoluta del desarrollo, comercialización y uso de inteligencia artificial con fines bélicos y armamentísticos

· Protección constitucional universal de los neuroderechos: Blindaje legal contra toda forma de acceso o manipulación de la actividad mental.

· Desmantelamiento de la vigilancia masiva y prohibición del reconocimiento facial sistemático en espacios públicos.

· Moratoria en la introducción de tecnología en las escuelas, especialmente en edades tempranas, hasta evaluación independiente de sus efectos. Asegurar el derecho al desarrollo cognitivo libre, con protección especial para menores frente a la manipulación y la adicción digital.

· Revalorización del derecho al silencio: Protección legal de la intimidad, el descanso mental y la desconexión como derechos fundamentales.

CONCLUSIÓN

La historia nos juzgará. Nos preguntará qué hicimos cuando las máquinas quisieron decidir por nosotros.

Hoy, como ayer, declaramos: Nadie nace para ser esclavo. Ni del capital. Ni de la máquina. Ni del algoritmo.

La dignidad humana no se negocia.

La libertad no se vende.

El futuro se construye con conciencia y resistencia.


GRITAMOS AL MUNDO


¡No más niños esclavos, ni más armas con inteligencia artificial!

¡Si a la tecnología con humanidad! ¡No a la esclavitud 2.0!

¡Por una inteligencia artificial al servicio de la humanidad!

¡Por un futuro donde la tecnología nos haga más humanos, no menos!

¡Democracia real, o dictadura de los algoritmos!

¡No más cerebros colonizados por pantallas sin alma!

¡No más mentes invadidas, ni más vigilancia disfrazada de servicio!

¡Sí a la dignidad humana en todas sus formas!

¡Por la dignidad en la era digital!

¡Por una Inteligencia artificial que sirva a la vida y a la justicia!




Este manifiesto no es propiedad de nadie, puede ser compartido, reproducido y adaptado libremente. Su fuerza está en la acción colectiva y solidaria que despierte.

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