Gustavo Buster
Daniel Raventós
31/05/2020
Algunos de los responsables de la creación del IMV han estado ligados a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), como el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones que fue su presidente desde 2014 hasta hace pocos meses. Y la AIReF tiene como uno de sus objetivos: “garantizar el cumplimiento efectivo por parte de las Administraciones Públicas del principio de estabilidad presupuestaria previsto en el artículo 135 de la Constitución Española, mediante la evaluación continua del ciclo presupuestario y del endeudamiento público”. El artículo 135 del PP y del PSOE que reformaron la Constitución para beneficio de la banca y que entró en vigor el 1 de enero de 2020. Mal presagio.
El Consejo de Ministros aprobó el IMV el pasado 29 de mayo. A lo largo de las últimas semanas, casi desde el inicio del estado de emergencia, fueron sucediéndose noticias que poco después se desmentían y volvían a aparecer otras acerca de un posible subsidio de urgencia o bien permanente. Como no podía ser de otra forma, la extrema derecha y la derecha extrema estuvieron bombardeando, dentro de su campaña de acoso y derribo, con el peyorativo término de “la paguita” para desprestigiar cualquier posible medida a favor de las personas pobres. Actitud agresiva que cambió hacia otra más benevolente cuando las encuestas mostraron el alcance del apoyo al IMV. En cualquier caso, el viernes 29 se aprobó lo que llevaba en el programa el PSOE, el IMV, aunque recortado. Unidas Podemos en su programa electoral ofrecía un subsidio parecido con un presupuesto de 10.000 millones, el IMV de programa del PSOE hablaba de 6.000 millones. Pocos días antes de aprobarse, algunas declaraciones de ministros o personas próximas al gobierno anunciaban la cantidad de 5.000 millones. Finalmente, han sido 3.000. Que quizás haya de rebajar cuando se complemente el IMV con los subsidios similares que existen en las Comunidades Autónomas. 3.000 millones: un 30% de lo presupuestado por UP y un 50% por el PSOE en sus respectivos programas electorales. La razón aducida de los más bien escuálidos 3.000 millones no es otra que la prudencia, la imposibilidad de asignar más fondos, la inmensidad de los gastos que debe afrontar el gobierno, etc. Lo habitual. Algo alejado de la situación extraordinaria en la que estamos inmersos.
Distintos miembros del gobierno y académicos favorables al IMV han llegado a escribir o emitir expresiones como “conquista histórica”, un “paso de gigante en el Estado de Bienestar”, o, con un tono de gesta, “el IMC puede estar a la vanguardia de las nuevas políticas públicas”, y así hasta una larga lista. Es tentador el autobombo, incluso comprensible en el escenario político que vivimos. Pero excederse un poco en el autobombo puede provocar sonrisas hasta benévolas. Excederse mucho, el ridículo. Puede haber extrañado a más de uno, aunque a otros no por lo esperado, la innecesaria y torpe agresividad hacia las personas que, a partir de los avances y declaraciones ministeriales anteriores a la aprobación del IMV, ya habían expuesto las graves limitaciones por no decir extremas insuficiencias del subsidio para pobres del GCP. Incluso el calificar de “subsidio para pobres” al IMV quizás es demasiado generoso y general, ya que el propio ministro dijo que era para extremadamente pobres. Parece que a algunos molesta sobremanera que se llame a los subsidios para pobres precisamente subsidios para pobres. Ojalá fueran otra cosa. Las insuficiencias respecto a otras propuestas que podrían haberse estudiado como una renta básica son tan extremas que no nos detendremos ya que lo hacen algunos artículos de esta edición y habrá ocasión de hacerlo con detenimiento en próximos Sin Permiso. Concretamente, disponemos de nuevos datos y cruce de los mismos de forma no hecha hasta el momento, así como de un modelo de financiación renovado, que permitiría el establecimiento de una renta básica para todas la ciudadanía y residencia acreditada del Reino de España, que muestra las grandes perspectivas que esta propuesta ofrece. Se publicará el próximo domingo en Sin Permiso. Alguien puede calificar a esto de “narcisismo intelectual”. Creemos más bien que a esto se le debe llamar insistencia investigadora. Y como toda propuesta que va en serio, abierta a todo lo erróneo que pueda tener en un debate con datos, no con calificaciones facilonas.
Hagamos algunos pequeños números sobre el IMV. Muy pocos. Tomemos los más favorables al mismo, los que se definen desde el propio gobierno dándolos por buenos, sin entrar a cuestionarlos. Según estos datos, se llegará a 2,3 millones de personas muy pobres. Tomemos los datos de Oxfam, que nadie ha desmentido, según los cuales había un 9,18% de la población en 2019 de pobres extremos. Es decir, 4,4 millones de personas. En el escenario más ventajoso del gobierno, el IMV va a cubrir a un poco más de la mitad de los pobres extremos… que había en el año 2019, antes de las condiciones sociales y económicas provocadas por la pandemia. Pero sacarlos de la pobreza extrema para situarlos en la pobreza. No sacarlos de la pobreza. El ministro Escrivá declaró a El Periódico el 24 de mayo: “Pensamos que con el IMV sacamos fuera de la pobreza extrema al 75% de esos hogares y los llevamos a niveles que, en algunos casos, seguirán siendo de pobreza, pero ya no tan aguda.” Sigamos con los números. Si pasamos de los extremamente pobres a los pobres en general, el conjunto de personas por debajo del umbral de la pobreza era en el año 2019 de más de 10 millones de personas. Ahora hay más y al finalizar el año, habrá muchos más producto de una situación tan extraordinaria como la actual. Dejar fuera del IMV al menos al 75 u 80% de pobres y llamar a esta medida el “no va más” de las medidas sociales es como mínimo distorsionar un poco la realidad. Otra cosa es admitir que el IMV paliará algo la terrible situación. Que es mejor que nada. Algo indiscutible. Pero calificar al IMV como “la vanguardia de las nuevas políticas públicas”, francamente, es además de frívolo un cierre al horizonte que necesitamos abrir a la altura de las necesidades de la mayoría de la población.
Que centenares de entidades hayan manifestado en el Plan de Choque Social que “El IMV nace ineficaz e insuficiente tal y como diversos colectivos sociales vienen advirtiendo desde el inicio del confinamiento derivado de la emergencia sanitaria”, puede ser minimizado por el GCP porque son “radicales”, “demasiado extremistas” o cosas así. Pero el secretario general de la UGT, sindicato que siempre ha defendido rentas mínimas condicionales, escribió en La Vanguardia (31 de mayo): “Esta prestación [el IMV] nace burocrática y centralizada, y presenta debilidades que no queremos”.
Se podía haber sido mucho más ambiciosos, a la vista de las transferencias efectuadas de ayuda al capital empresarial y bancario, cuando se realizaron generosamente y sin demora. El IMV se queda corto de entrada y aun está por ver como se resuelve su gestión administrativa, visto el precedente de los ERTEs y otras medidas de emergencia. Tal como está la situación política, no hay espacio para errores graves.
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